sábado, 29 de octubre de 2011

INTEGRACIÓN POSTURAL: Masaje profundo y equilibrio cuerpo-mente

INTEGRACION POSTURAL:
Masaje profundo y equilibrio cuerpo-mente


PRESENTACIÓN

La Integración Postural es un método dinámico, especializado, de trabajo terapéutico basado en técnicas de manipulación profunda del tejido conjuntivo (derivadas de la Integración Estructural de Ida Rolf y la Terapia Reichiana), cuyo objetivo es la reorganización de la estructura del cuerpo en su conjunto.

El tejido conjuntivo o fascia es un tejido elástico que recubre y coordina cada una de las estructuras corporales (huesos, tendones, ligamentos, músculos, vísceras...). Es, ante todo, un tejido de sostén que une y separa dichas estructuras, siendo una de sus propiedades la de favorecer el deslizamiento y, por tanto, la movilidad de las articulaciones, influyendo en la capacidad general de movimiento del cuerpo.

En las sesiones de integración nos servimos de la lectura corporal para percibir los desplazamientos y asimetrías del cuerpo, así como los patrones crónicos de tensión, tomando como referencia el eje de la gravedad. De este modo, podemos apreciar la forma en que los diferentes segmentos se ajustan y se compensan  para mantener el equilibrio. Dicha lectura se realiza en los tres planos: frontal, lateral y posterior. El equilibrio postural depende de la posición e interconexión de las articulaciones: en un cuerpo bien estructurado éstas se hallan alineadas en un mismo plano. Cualquier tensión o contracción en una parte afectará, inevitablemente, al resto. La cintura pélvica juega un rol capital, al ser una estructura central. Por ejemplo, una rotación o inclinación de la pelvis creará tensiones compensatorias tanto hacia arriba como hacia abajo.

El proceso de integración destina cada una de las sesiones a aflojar, de forma sistemática, los diferentes segmentos del cuerpo para, en su última fase, reorganizarlos y armonizarlos entre si. Pero no se trata de un ajuste puramente mecánico, ya que la posición y la forma del cuerpo están estrechamente conectados con las actitudes y rasgos de carácter de la persona: existe una relación entre el tono muscular, el equilibrio postural y el equilibrio emocional.

Los patrones de tensión tienden a crear “fijaciones” en actitudes del comportamiento que se vuelven crónicas con el paso del tiempo. Es así como se origina lo que en Análisis Bioenergético denominamos “coraza muscular del carácter”, un mecanismo de defensa esencial para tolerar el estrés y dominar o controlar la expresión de los afectos, y que acaba formando y consolidando un tipo o estructura de carácter. Así, pues, la postura refleja una manera de ser y de relacionarse con el mundo. Lo que la misma “nos dice” sobre la persona se expresa a través de lo que llamamos lenguaje del cuerpo. De ahí que los cambios físicos obtenidos durante el proceso vayan acompañados de una mejora en la percepción de la propia “imagen del cuerpo”, o sea, de si mismo. En este sentido, podemos considerar la Integración Postural como una forma de “trabajo psico-corporal” y no como una simple técnica manipulativa.


EL PROCESO DE INTEGRACION POSTURAL

A efectos técnicos, el trabajo se organiza a lo largo de diez sesiones, destinada cada una a aflojar segmentos diferentes del cuerpo. Nunca se actúa sobre una misma región en dos sesiones consecutivas para evitar estresar los tejidos y los músculos. Además, la tensión tiende a desplazarse hacia otras partes, por lo que es siempre necesario volver sobre el nivel inmediato superior o inferior. De este modo, se favorece la autorregulación y la fluidez de la energía a través de los segmentos, contribuyendo, a su vez, a una adquisición progresiva del esquema corporal o imagen de si mismo.

El proceso de integración se organiza siguiendo las siguientes fases:

-I- Apertura inicial de la estructura corporal (sesiones 1 y 2)

Las primeras sesiones están destinadas a aflojar la fascia superficial del cuerpo, una a la parte superior y otra a la inferior. En la primera se trabaja en torno a la caja torácica, liberando los músculos cardíacos, con lo que se favorece el riego sanguíneo. Igualmente, se estira toda la superficie anterior, de la escotadura del esternón a las clavículas. Además, se distiende la caja costal y se opera sobre el diafragma a fin de profundizar la respiración y relajarla, lo que favorece la expansión energética y el contacto con los afectos. Y la otra sesión se dedica a relajar las piernas y los pies, que suministran el contacto con la realidad y la gravitación. Los desequilibrios en el apoyo de los pies sobre el suelo pueden descompensar el resto de la estructura y, al equilibrar las articulaciones de los tobillos y las rodillas, contribuimos a restaurarla.

-II- Elongación lateral y preparación para la reorientación pélvica (sesión 3)

Se centra en la parte lateral, los costados del cuerpo, estirando la fascia muscular que se extiende de las caderas a los hombros. Su objetivo principal consiste en separar y distender los músculos laterales del tronco para lograr mantener una distancia apropiada entre las costillas y la pelvis que, con frecuencia, se hallan mutuamente atascadas. A esto contribuye la liberación del músculo transverso, que conecta la doceava costilla con la cresta ilíaca: su estiramiento favorece aún más la respiración profunda, al permitir un movimiento libre de las costillas y la caja torácica. Conviene señalar que entre los músculos intercostales se sitúan importantes zonas de acción refleja, cuya normalización beneficia el metabolismo de órganos internos como el hígado, el bazo o la vesícula biliar.

-III- Reorientación pélvica (sesiones 4,5 y 6)

En esta fase, se intenta crear un balanceo ajustado de la pelvis: si está bien equilibrada, el suelo pélvico se mantiene en la línea horizontal, de modo que los órganos abdominales descansan sobre ella.
Su posición espacial depende de la acción de un grupo de músculos entre los que destaca uno de gran importancia para el equilibrio estructural del cuerpo: el psoas ilíaco o iliopsoas. Este está unido a la parte inferior de la columna, las primeras vértebras lumbares, y atraviesa la pelvis, insertándose en el trocánter menor del fémur: conecta la parte superior del cuerpo con las piernas, influyendo en el movimiento pélvico y en el equilibrio general. Por otra parte, su estrecha proximidad con el diafragma hace que la tensión del mismo pueda afectar al patrón respiratorio.
También puede verse afectada por la tensión de los músculos abdominales (recto, transverso, oblicuos): su liberación favorece el funcionamiento interno de las vísceras, ya que en esta zona se hayan también importantes reflejos.
En el movimiento de la pelvis y las caderas, intervienen, además, los músculos del muslo (aductores, sartorio, semimembranoso, semitendinoso...) y los músculos rotadores, que se encuentran en los glúteos, uno de los cuales, el piriformis, juega un papel similar al del psoas, ya que engancha la parte anterior del sacro y se inserta en el trocánter mayor del fémur.
Durante esta fase, el trabajo psico-corporal toca, básicamente, aspectos de la vida sexual y la retención de las emociones, cuyo centro vegetativo se sitúa en el plexo solar.

-IV- Liberación de la cabeza y el cuello (sesión 7)

Durante esta sesión se estiran y relajan los músculos del cuello (omohioideo, esternocleidomartoides, escalenos), de la cabeza y el cuero cabelludo (del tejido occipital al frontal y del parietal al temporal), de las regiones sub y supraclavicular, así como los músculos del rostro (frontal, orbital, mandíbula y articulación temporo-maxilar, inserción de la lengua e interior de la nariz). Su objetivo básico es el de centrar la cabeza y alinear las vértebras cervicales para que repose sobre la columna, ya que su inclinación anterior, lateral o posterior afecta a la región dorsal y, especialmente, a la lumbo-sacra.
Las tensiones en este segmento están ligadas a actitudes de control sobre la expresión de la tristeza, el miedo o la rabia, visibles, por ejemplo, en la rigidez del cuello, la tensión ocular o la contracción de la mandíbula.

-V- Integración de la estructura corporal (sesiones 8, 9 y 10)

En esta última fase, después de haber relajado lo suficiente los segmentos de la estructura, se presta atención al conjunto del cuerpo como unidad. Después del trabajo realizado, las diferentes capas de tejido conjuntivo tendrán la elasticidad necesaria para hacer posible reorganizarlas, cubriendo toda la longitud del cuerpo. Las sesiones 8 y 9 se consagran a la integración de las dos mitades (superior e inferior) por separado, mientras la décima se dedica a armonizar la estructura global. Esta última comienza en los pies y acaba en la cabeza, prestando especial atención a los desplazamientos del eje entre arriba-abajo, derecha-izquierda y adelante-atrás, así como a la rotación o torsión de las articulaciones.

El objetivo final del proceso es profundizar en la conciencia de la unidad mente-cuerpo, creando una armonía entre la postura, el movimiento y la expresión, y conseguir una percepción adecuada de si mismo, gracias a los cambios que la sensación de equilibrio ejerce sobre la imagen o esquema corporal.



JUAN PORTEROS GIL. Psicólogo, reconocido como Analista Bioenergético  por la “Associaciò Catalana en l´Anàlisi Bioenergètica” y el “International Institute for Bioenergetic Analysis” de Nueva York. Integrador Postural formado en el “Institute of Postural Integration ” de San Francisco.


PARA CONTACTAR: Tel. 686404736
                                                  juanbioenergetica@hotmail.com

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